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La historia de un domingo.

La historia de un domingo.

Me encantan las mañanas de los domingos, especialmente en primavera. El olor del aire, el café recién hecho, los croisanes, el periódico, y relax... sobre todo mucho relax....Desafortunadamente esto dura un rato y el domingo empieza a ennegrecerse, porque se acerca la hora en la que hay que irse a dormir, sola, para estar más o menos recargada para afrontar una nueva semana en un trabajo que realmente no te gusta, con un jefe que es una alimaña, en el que se supone que te sientes realizada y además final de mes con un sueldecito medio, una boda, que no es la tuya, el próximo fin de semana y una historia de amor fallida, una vez más. Como diría aquella en tiempos: - ¡y yo con estos pelos! Tengo la impresión que mi vida la están viviendo otros y yo me he sentado aquí a mirar como ocurre. Menudas mujeres del siglo XXI que estamos hechas, tecnificadas, chic y divertidas pero con los mismos dilemas de siempre. Si consigo moverme del sofá, de hoy no pasa que mande unos cuantos CV a las revistas en las que me gustaría escribir, ¿qué tal empezar con este blog?.

Tiempo

Tiempo

Tiempo. Tiempo que pasa y que llega ¿cuándo llega? en su momento, ¿y cuándo es eso? el tiempo lo dirá. Tiempo, tiempo. Tiempo que quiero corto en la espera, inexistente en la agonía, y largo, muy largo para disfrutar, cuando sea tiempo para ello. Tiempo que se pierde, que se desgasta, que se hace eterno esperando algo que el propio tiempo nunca te traerá. Nunca, siempre depende del tiempo. Siempre, quizá depende de nosotros más que del tiempo en sí. Cada uno su tiempo; cada tiempo un compás; tu compás, de espera, ha terminado. Si me equivoqué, el tiempo lo dirá, si me equivoco ahora el tiempo dará su respuesta. Sin embargo, pase lo que pase, el tiempo me demostrará que nunca hubo un error, porque si no pasó así tenía que ser, no obstante no dejaré que el señor de las horas domine mis caminos, no; yo marco el sendero, el tiempo sólo marca el ritmo.

Nueva temporada.

Nueva temporada.

Fin de semana de vaguería total, dormisqueando a cada rato, bebiendo tónica con mucho hielo y limón, comiendo chocolate y pitas de pollo, viendo pelis años cincuenta, espías, intrigas, bonita moda, una situación política interesante, bailes de salón... en fin terminando el verano.
Afortunadamente es el verano lo que se acaba pero no las vacaciones que no han llegado ¡yujuuuu!
Me encanta del mes de Septiembre que es como un Enero tardío. Es una especie de recuperación. En Septiembre miras los propósitos de año nuevo y ves que tal los llevas. Fantástico, enhorabuena, no has cumplido ni uno. Eso es que no están bien planteados. No importa porque en Septiembre comienza el año otra vez. Así que: propósitos nuevos.
Listas con los objetivos para terminar el año decentemente en el trabajo. Limpieza de trastos y papeles de los cajones. Al garete con los ligues medio necios que te has encontrado ultimamente. Si tienes un objetivo-ligue en la mira... estrategia niña, estrategia, haz caso a las alumnas aventajadas que ya han fichado al suyo. Renovación de armario; lo que implica hacer algo útil con todo lo que está amontonado de la temporada anterior y por favor... ¡deshazte de lo que no te pones!. Por supuesto deberías replantearte tu look que necesitas un cambio, ya sabes ¡renovarse o morir!, peeling e hidratación que hay que estirar el moreno y sacarle partido ahora que parece que vamos adejar de sudar compulsivamente. Empiezan las clases de todo así que escoge una actividad física y haz ejercicio. (Nota: el "despeinado" con el ligue de turno no cuenta como ejercicio, tiene que ser algo para lo que te pongas chandal o bañador y que tenga un horario fijo). Por cierto, al respecto de ese tema, sal de tu madriguera, gestiona tu agenda y recupera los contactos dormidos con el letargo del verano. Y esta vez a ver si consigues planchar a menudo para no llevar siempre la misma ropa comodísima que no necesita plancha. Esta temporada estaría genial que parecieses un señorita la mayor parte del tiempo.
¿No será demasiado para terminar el año?
Hale, hale, que empieza el curso y esta vez, nenes, estoy preparada para la lección y tengo los...lápices afilados.

Las cosas más sencillas.

Las cosas más sencillas.

Ultimamente he estado pensando mucho sobre esto de la guerra de los sexos. No he debido ser General en otras vidas porque las guerras no me gustan y soy un desastre en todo lo que significa estrategia. A la vista está evaluando los resultados.
Bueno, el caso es que esta guerra sí que me gusta porque me da una idea del tipo de víboras enrevesadas que somos las tías de hoy en general. Ya sé que esto traerá cola, por aquello de que las mujeres debemos luchar, que estamos sometidas, discriminadas y pobrecitas nosotras. Bien, en esto estoy de acuerdo para la generación anterior, pero las nenas de la generación del 77 y posteriores estamos jugando en otra división gracias a las anteriores nenas y si no nos controlamos un poco con los chicos de nuestra época vamos a pifiarla esperando un imposible. Las chicas de hoy queremos imposibles lógicos. Reconozcámoslo, nos hemos criado viendo a Mazinger Z y el funcionamiento de la informática: el ordenador lo hace todo solo pero única y exactamente lo que le has enseñado. Y creo que eso es lo que esperamos de nuestros chicos. Queremos que tengan iniciativas pero sólo las que nosotras consideramos válidas. Desconfiamos. En parte ellos, como género se lo han buscado pero... a ver... nosotras protestamos porque no nos dejan demostrar lo válidas que somos profesionalmente pero no les damos a ellos la oportunidad de ver qué saben hacer en esto de las relaciones por sí mismos. Por otra parte la generación Cosmopólitan (publicación con la que desde luego disfruto sin medida) es para todos, digo, los chicos también leen, han visto los trucos y ya saben cómo funcionamos las niñas, así que... ¿por qué no dejamos de fustigarles y les damos un poco de cancha? A lo mejor nos sorprendemos para bien.
A lo mejor no.
Pero a lo mejor nos sorprendemos para bien.
Quizá lo de la metrosexualidad (sin llevarlo al extremo, por favor) a la que han llegado no sólo consiste en cuestiones estéticas; a lo mejor resulta que les da una excusa para demostrar que ellos también aprecian los detalles, no son superhéroes aunque en público se lo hagan, y además de disfrutar como energúmenos con un partido de fútbol y la F1 también les gusta un buen libro o una película con una fotografía impresionante sin perder “sex appeal” ni masculinidad ni caer en la sensiblería de los pusilánimes.
Me encanta ser mala, ya sabéis, por eso de que las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes (yo tampoco lo he leído pero también me encanta el título), pero sé que en el fondo no lo soy. Por eso he llegado a la conclusión de que cuando un tío sabe qué quiere en su vida y te lo cuenta sin más misterios, es porque es auténtico y se ha ganado por lo menos un voto de confianza. Si tú también se lo has dicho, supondremos que le ha quedado claro. Por tanto, si después de un tiempo seguís jugando al gato y al ratón nos habremos quedado en un intento de tregua en esa guerra chico-chica y en tal caso, al no haber tenido éxito la estrategia de la sencillez y sinceridad en la magia de las relaciones, ¿habrá que volver a las estrategias para llegar al mismo punto por una vía socialmente estándar en la actualidad? ¿habrá que seguir jugando al “me interesas pero me hago la sueca porque me sobra independencia”? Parece que sí.
Tal vez en generaciones posteriores se tomen en serio eso de la gestión del tiempo y dejen de perderlo en dar vueltas alrededor de la farola. Tal vez las generaciones posteriores de niñas sean más transparentes y menos fustigadoras y los niños se muestren como son sin miedo de que, si la cagan, la dulce nena que tienen delante abra la boca y salga el “alien” despiadado que les arranque la cabeza por haber cometido el error de ser humanos.
Mientras tanto me dedicaré a la lectura de “El Arte de la Guerra” del General Sun Tzu a ver si aprendo algo.
Puedo haber perdido una batalla (o muchas) pero... ¡aún puedo ganar la guerra!

El Test. El T.A.C.

El Test. El T.A.C.

Acabo de hacer un test que dice que domino a la perfección en lenguaje Venus-Marte; 10 respuestas correctas. Imposible. Con lo buena que soy en la teoría hay que ver qué manera de jo...robarla en la práctica.
Dice Mr. Gray que el mayor temor de un hombre es descubrir que es incompetente y no está a la altura de las circunstancias; que su mentalidad dice -quiero ganar aunque eso implique que alguien vaya a perder.- ; que si al preguntarle ¿qué te pasa? te responde – nada. - lo mejor es dejarle tranquilo; y, finalmente, que para reforzar a un hombre hay que dejarle ser él mismo y no tratar de cambiarle...¡¿me estaré convirtiendo en un hombre?!, ¡¡¡a ver si va a ser por eso que hablo Marciano!!!, claro que lo mismo es que puedo hablarlo pero no puedo comprenderlo, porque a mí esto de los hombres y la nebulosa que les pasa por la cabeza se escapa a mis sentidos. A los seis. Incluso al sentido común.
(...)
Vale, me he tomado diez minutos para reflexionar, media tableta de chocolate y la tensión y he llegado a la conclusión (y no sólo porque tengo dos piezas para el traje de baño, la tapa de servicio estaba bajada y había tres pelos en el lavabo) de que sí: soy una tía. Del todo.
He llamado a una amiga especialista en estas cosas y me lo ha confirmado. Se basa en hechos reales y en una charla de la semana pasada.
Digamos que ha tenido un bache tamaño cráter con un marciano y está a mitad de camino haciéndolo de manera muy inteligente. Conoce a un marciano macizorro y decide que le apetece una mora verde a ver si es verdad lo del dicho y las manchas, y le acepta una cita. Se van de cena y luego luego pues llevan un mes que se ven un día sí y otro también; pero, no, no es el hombre de su vida. Es un “churri flotador” de los que (perdón por la falta de tacto) NUNCA van a tener una diosa.
¿Por qué? Porque le falta un ingrediente esencial para conquistar. Ese es el secreto. Un marciano puede estar con una nena y ser su churri oficial y no dejará de ser un salvavidas salvo que aprenda a conquistar. ¿Cómo?
Bien, lo vamos a dejar en una premisa básica: el T.A.C. Es como un fondo de armario en las tácticas para ligarse a una chavala, todo lo demás es accesorio.
T.A.C.: Total Ausencia de Cotidianeidad.
En Venus sabemos que los problemillas cotidianos existen pero No-Queremos-Verlos-Todavía.
Ese es el truco, marcianos, y si yo fuera un tío probablemente lo desconocería porque es uno de esos detalles perversos de las tías para hacer las cosas sencillas muy complicadas, especialidad de Venus desde aquel asunto de la manzana.
Esos detalles le quitan la magia al tema y si le quitas la magia a la única época que tiene magia y misterio de verdad, ¡¿qué nos queda?!.
Es distinto si se trata de alguien a quien ya conoces de antes, un amiguete de toda la vida, un compañero de clase, o algo similar, en esos caso la magia es añeja, lleva tiempo posándose lentamente por todas partes.
Pero con un desconocido... desde luego que te cuentas los acontecimientos más relevantes o los más recientes, o algo de tu vida, entre otras cosas porque hay que hablar de algo durante la cena. En Venus nos gusta saber con quién nos vamos a enrollar, y nos encanta una buena charla y si es personal pues genial también pero, de ahí a que te larguen un resumen de las últimas conversaciones con el abogado de tu ex-esposa o lo que le has dicho a la del banco para que te dé el crédito, recién servido el aperitivo...pues, lo siento nenes, pero no es tema de conversación para una conquista.
Eso viene luego, con la hipoteca y las Navidades con los padres de quién, si es que habéis sabido guardar vuestra cotidianeidad lo suficiente, mostrar magia lo bastante y agitar graciosamente la varita...mágica para que haya otra cita, y otra, y otra ...

(P.S: Después de este gran consejo, Marte, me debes una.)

Vintage

Vintage

El Vintage vuelve a estar de moda por temporadas, pero ¿ha dejado de estarlo en algún momento?, se ve por todas partes, es un estilo de glamour chapado a la antigua pero sin olor a rancio, perenne, eterno, siempre evocador.
Champange (Cava en nuestro caso, si es rosado mejor), excelentes señoras con falda y tacones; eso siempre resulta sexy. Nunca ha dejado de estar de moda; prueba de ello: cada vez que un Bond pasa la edad, buscan a otro, ¿por qué?, no nos engañemos, esa cierta chulería comedida, bien traída y mejor llevada, conquista, como la de Rick en Casablanca. ¿Qué conquista de estos tipos? Su seguridad. Es la máxima, quizá sea sólo aparente, las pequeñas miserias se esconden bajo ella, pero su confianza en sí mismos les hace irresistibles.
Aún hoy hay treintañeros así, puede que no lo sepan, pero lo llevan en la sangre. La forma de mirar, de sonreir, de conquistar... y de todo lo demás. Saben cómo guiñar un ojo y ponértelo difícil para no parecer demasiado impresionada aunque en el fondo es como un duelo y eso lo hace más interesante, le añade intriga a la intriga.
Es un estilo, una forma de disfrutar la vida que realmente siempre ha sido muy exclusivo.
Tan exclusivo que hay ciertamente muy pocos tipos en esos parámetros, una lástima, y sobre todo un fastidio porque señoras, una vez has conocido a un vintage, ya no quieres, mejor, ya no puedes no tenerlo en cuenta como referencia
No obstante en la variedad está el gusto, y como un camalón se puede cambiar de estilo y escoger el que mejor te parece en ,cada situación.
¿Nunca te cité a Mae West?, sabia mujer que dijo en cierta ocasión algo que me suelo apropiar de vez en cuando: Cuando soy buena, soy buena, pero cuando soy mala... soy mucho mejor.
Ya sabes chato, tú también te lo estás perdiendo.

Espaguettis a la putanesca o Venganza

Espaguettis a la putanesca o Venganza

Espaguetis a la putanesca
Ingredientes:

6 filetes de anchoas en aceite.

6 dientes de ajo gordos.

6 cucharadas de aceite y cantidad extra.

6 aceitunas negras deshuesadas.

1 lata de tomates al natural.

1 hoja de laurel.

1 cubito de caldo de verduras.

1 cucharada de ajo molido.

1/3 de taza de vino blanco seco.

sal.

500 gramos de tallarines.

queso rallado a gusto.

Una botella de cava rosado.

Un novio ausente.

Un vecino encantador.


Abrir el buzón con las bolsas de la compra en la mano.
No ser demasiado ansiosa y esperar a llegar a casa para abrir la carta del novio que se fue hace una semana a un curso de un mes.
Dejar las cosas en la cocina y servirse una copa de cava para leer la carta en buen ánimo.
Sorprenderse. Opcionalmente beber de un trago lo que queda en la copa y servirse otra.
Limpiar las anchoas raspándolas con un cuchillo y cortarlas en trozos.
Releer la carta.
Pelar los ajos, sacar los brotes y triturarlos.
Pensar en el contenido de la carta mientras rompe a hervir el agua para cocer los espaguetis.
Concentrarse en la parte – “cariño, creo que he encontrado a la mitad que me falta aún estando a tu lado. Es una vieja compañera con la que me he reencontrado en estos días y cuando vuelva me gustaría reflexionar juntos sobre nuestra relación. Te escribo con tiempo para que puedas plantearte tus dudas.”
Calentar en una sartén las 6 cucharadas de aceite y saltear los ajos unos segundos.
Recordar todos los insultos más humillantes que nos hemos ido guardando con los años ante estupideces de este estilo aunque de menor entidad.
Agregar las anchoas y saltear unos segundos.
Mirar por la ventana de la cocina lo bueno que está el vecino de enfrente tendiendo la ropa; observar detalladamente lo provocadoramente que nos sonríe cuando nos descubre cotilleando.
Volcar el contenido de la sartén en la trituradora, agregarle las aceitunas negras y los tomates con su jugo.
Tomar otra copa de cava con las aceitunas que han sobrado.
Triturar hasta obtener una pasta. Opcionalmente se puede imaginar que se trata del novio. Ex novio para este momento.
Poner música y tirar la carta al váter.
Volcar lo procesado a la sartén y añadir el laurel, el cubito desmenuzado, el ajo molido, y el vino.
Pintar un bigote a la foto de su madre que se empeñó en poner en la entrada.
Dejar hervir sobre fuego fuerte, con la sartén destapada, no más de 10 minutos hasta que espese.
Aprovechar este momento para meter las cosas del imbécil en su bolsa de deporte que nunca utilizó.
Cuando los espaguetis estén al dente, escurrirlos y condimentarlos con un poco de sal y un chorrito de aceite, para que no se peguen.
Ponerse un vestido cómodo pero sexy, perfumarse y practicar la mejor sonrisa.
Ponerlos en una fuente precalentada y cubrirlos con la salsa.
Sostener la fuente de los espaguetis con una mano mientras cerramos la puerta de casa al salir. No olvidar apagar las luces.
Cruzar el descansillo de la escalera y llamar a la puerta del vecino encantador.
En este punto dejamos de mano de cada una el toque personal que quiera darle a la receta, eso sí, nada de segundas oportunidades ni de cualquier otra manifestación de acobardamiento. Y sobre todo, señoras, hagan lo que hagan con esos espaguetis, dirfruten y sean felices.