
Me encantan las mañanas de los domingos, especialmente en primavera. El olor del aire, el café recién hecho, los croisanes, el periódico, y relax... sobre todo mucho relax....Desafortunadamente esto dura un rato y el domingo empieza a ennegrecerse, porque se acerca la hora en la que hay que irse a dormir, sola, para estar más o menos recargada para afrontar una nueva semana en un trabajo que realmente no te gusta, con un jefe que es una alimaña, en el que se supone que te sientes realizada y además final de mes con un sueldecito medio, una boda, que no es la tuya, el próximo fin de semana y una historia de amor fallida, una vez más. Como diría aquella en tiempos: - ¡y yo con estos pelos! Tengo la impresión que mi vida la están viviendo otros y yo me he sentado aquí a mirar como ocurre. Menudas mujeres del siglo XXI que estamos hechas, tecnificadas, chic y divertidas pero con los mismos dilemas de siempre. Si consigo moverme del sofá, de hoy no pasa que mande unos cuantos CV a las revistas en las que me gustaría escribir, ¿qué tal empezar con este blog?.
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